Aprende cuáles son las etapas para hacer un vestido a medida y las ventajas de esta opción donde el resultado es un modelo único y exclusivo.
Hacer un vestido a medida requiere ciertos tiempos. Es un proceso creativo que comienza generalmente con la idea de un modelo específico que te inspiró y que sueñas llevar puesto en una ocasión especial. Sin embargo, la transición entre esa idea original y el resultado final, pasa por una serie de etapas, donde es frecuente contar con el apoyo de una diseñadora, que será la encargada de hacer con que el concepto inicial se adapte a tu persona, logrando la confección de un vestido hecho a medida, donde cada detalle está pensado exclusivamente para ti.
Aquí te explicamos algunos factores que tienen incidencia en este proceso para que tengas el tiempo y los conocimientos adecuados para lograr la confección a medida del vestido de tus sueños.
1. Tiempo
Lo primero que debes tener en cuenta es que el proceso de confección de un vestido no es inmediato. Debes asegurarte de que la diseñadora con la cual quieres hacer tu vestido tenga tiempo para trabajar contigo y contar con el tiempo para el proceso que viene a partir de ahí. Hay modelos más complejos que otros, pero existe una tendencia generalizada que reconoce que lo ideal es comenzar entre seis meses y un año antes de la fecha en que pretendes usar el vestido.
2. La primera cita
Después de una primera aproximación, que actualmente se realiza de manera virtual, a través de las redes sociales, o por teléfono, lo que sigue es la primera cita, en la que visitarás personalmente el taller y conocerás a la diseñadora y su equipo.
En este encuentro, la idea es intercambiar información, por lo que es fundamental que hables con detalle sobre tus expectativas, gustos y el estilo de la boda. Además, resultará fundamental que presentes una idea del vestido que tienes en mente para que juntas comiencen a analizar si éste se adapta a tu estilo y tipo de cuerpo.
3. Elección del diseño y telas
Una vez realizado el primer contacto e intercambio de informaciones entre ambas partes, el proceso continúa con la elección del diseño, las telas y aplicaciones que serán usadas para confeccionar el vestido.
Aquí se toma en consideración tanto la idea inicial que tienes como las recomendaciones de la diseñadora con relación a tu tipo de cuerpo, estilo y el modelo que mejor se adapta a eso. Recuerda que para cada tipo de cuerpo hay un vestido que se verá mejor. Las telas y aplicaciones también serán fundamentales, ya que cada una tiene un volumen, cuerpo y caída específica.
4. Confección y pruebas
Una vez definido el diseño, la tela y las aplicaciones que serán usadas en el vestido, comienza el proceso de confección. En algunos casos, se usa primero un patrón a escala real, con una tela de inferior calidad, cuyo objetivo es visualizar cómo va a quedar el vestido. Esto también permite hacer ajustes antes de confeccionar la prenda definitiva.
Resuelta esta primera etapa, el proceso de confección comienza su etapa final, con las telas definitivas. A medida que esto avanza, se van realizando las pruebas necesarias para ir afinando detalles de cada parte del vestido, para así llegar a la prenda final.
¿Cuántas pruebas se necesitan? Las necesarias para que el resultado final sea un vestido perfecto. Los distintos niveles de complejidad de cada vestido o el hecho que las novias puedan sufrir alteraciones de peso son algunos ejemplos de eso. Por lo tanto, aunque esta etapa del proceso de confección sea lenta y a veces tediosa, hay que armarse de paciencia porque cada detalle cuenta y el trabajo no es solo de la diseñadora y su equipo, sino también de quien va a usar el vestido, que debe estar disponible para asistir a cada prueba que sea requerida.
5. Asesoría integral
Además de crear un vestido a medida, la ventaja de elegir esta opción es contar con el apoyo y la experiencia de la diseñadora para decidir aspectos como el peinado, maquillaje, el ramo de flores, las joyas, los zapatos y otros complementos, que son tan importantes como el vestido y que marcan la diferencia entre un conjunto armónico y bien trabajado o un perfecto desastre visual.
Por todos estos factores, mandar a hacer un vestido a medida es una experiencia única. Comprar un vestido que está listo, al cual le bastarían unos mínimos ajustes, es una forma cómoda y simple de solucionar el asunto. Sin embargo, el proceso de creación, donde están involucrados tus sueños y tus expectativas, es único. Y aunque sea más largo y en muchos casos más costoso, el resultado es un vestido exclusivo, hecho especialmente para ti y que se mantendrá como un recuerdo para toda la vida.